Otorga a la comunidad trans el privilegio de adoptar el género autopercibido y la obligación a toda la comunidad de respetar esa autopercepción, aunque la biología y la cordura indiquen otra cosa.
El gobierno de Javier Milei a través del DNU Nº 62/2025 modificó el art. 11 de dicha ley prohibiendo el acceso a menores de 18 años a las cirugías de transición de género y a los tratamientos de hormonización para adecuar su cuerpo a la identidad autopercibida. Esto originó la airada protesta de los sectores más radicales del progresismo argentino (vaya paradoja, liberales haciéndole una marcha de protesta a un liberal) con el apoyo obviamente del kirchnerismo.
La protesta se centró en la inconstitucionalidad de la medida -atendible- y en el derecho de las minorías a elegir libremente su sexo más allá de la biología -irrazonable-.
Ver en una misma foto a Máximo Kirchner, Axel Kicillof, Wado de Pedro, Mayra Mendoza junto a feministas pañuelos verdes, travestis semidesnudos haciendo obscenidades con la estatua de Belgrano en Plaza de Mayo y un poco más allá a la rusa Bregman o a Nicolás del Caño es lo mejor que le pudo pasar al presidente. La gente ve estos personajes e inmediatamente se santigua, hace cuernitos, grita kiricocho, en fin, cualquier cosa para que no regresen nunca del ostracismo de la historia con sus penes de madera y sus libros corruptores.
Como bien dice Guillermo Moreno, si la oposición quiere enfrentar al gobierno no es a través de una agenda cultural progre que es extraña al inmenso sentir del pueblo argentino sino poniendo el acento en la agenda económica del régimen.
Y aquí vamos entrando al nudo de la cuestión. Porque lo que el gobierno hizo bien con la prohibición de las cirugías y hormonizaciones en menores de edad y la salida de la OMS lo hizo porque antes lo hizo el presidente Donald Trump. Como en el juego infantil "Simón dice..." hay que hacer lo que el personaje principal dice porque sino se pierde. No hay en el presidente un sentido más profundo que lo económico. Alejado de la fe cristiana, incapacitado para concebir una concepción cristiana de la política, una agenda cultural que respete el orden natural pierde el sentido si el jefe político no la puede entender. Quedan los arrestos de mucha gente buena y formada a los que el presidente deja hacer, pero falta el gran proyecto político de fondo que aspire a una cultura de cristiandad, a una civilización del amor que armonice el bien común natural con el sobrenatural y que permita a la Argentina cumplir su misión histórica.
Esa misión histórica no puede ser nunca la de una nación liberal en la que todo esté subordinado a la materia. Nuestra constitución de 1.853 adolece de este defecto. El Dr. Sergio Castaño en su magnífico libro sobre Fray Mamerto Esquiú nos advierte su triple déficit de legitimidad “a partir del abandono de la confesionalidad del Estado unida a la libertad absoluta de cultos: teológico-moral (por emparejar la verdad con el error), jurídico (por quebrantar la tradición constitucional -patria y occidental- inveterada) y sociológico (por
desconocer el talante espiritual y la fe del pueblo de la Confederación)”.
Y sobre esta concepción ilegítima es que la modernidad racionalista y agnóstica avanzó sobre nuestra identidad cultural hispano católica. Por eso muchos referentes políticos políticos del protestantismo apoyan y festejan estas medidas acertadas desde lo moral del gobierno, porque saben que sin un sentido profundo de fondo nos llevan a el modelo de país que ellos quieren: uno donde todas las iglesias sean iguales y los pastores valgan más que un cura o un obispo, aunque estos sean Brochero o Esquiú y aunque esto ponga en serio riesgo nuestra salvación.
Alejado de la Iglesia el presidente ha buscado cobijo espiritual y económico en Eduardo Elsztain, el mayor tenedor de tierras en Argentina que hace poco se convirtió en el mayor accionista de la minera australiana Challenger Gold. Elsztain es el mismo dueño del Hotel Libertador donde Milei vivió desde las elecciones generales 2023 hasta bien avanzado su mandato y que le valió colocar uno de sus alfiles, Nicolás Pakgojz, al frente de la Agencia de Administración de Bienes del Estado. El mayor agente inmobiliario del país maneja ahora los bienes del Estado Nacional. Saque Ud. sus conclusiones.
Y hace unos días el Banco Nación, también por decreto, ha sido convertido en Sociedad Anónima para que pronto pueda caer en manos de los grandes capitales. El presidente confía en que está haciendo un bien como confió en los volátiles capitales del mundo de las cripto monedas tuiteando que ese proyecto privado se iba a dedicar a "incentivar el crecimiento de la economía argentina" pero no puede ver que esos especuladores financieros jamás querrán un bien para nosotros sino sólo lucrar y enriquecerse a costillas de otros sin trabajar.
Sin capacidad para asumir una concepción cristiana de la política, sin capacidad para entender la línea histórica nacional - por estar aliado a los enemigos inveterados de aquella - esperar un resurgir es más un acto de fe que de razón. Y ya sabemos que la fe y la razón o marchan juntas o no marchan.