EL BUEN SALVAJE DE MILEI. Por Pablo Pablo Berarducci

Utopía o realidad en la política Argentina

Ernesto Tenembaun publicó una nota en Infobae con estilo poco frecuente, le solicitó a quien iba a criticar una aclaración de sus dichos asegurándose así que había entendido bien el motivo por el que tenía previsto acusarlo de payaso populista. Antes de hacerlo fue en consulta a Javier Milei, que es el otro actor de esta historia, quien sin reservas ratificó que:

“Todo impuesto es un robo a mano armada y yo no quiero ser cómplice de eso… el Estado es una sociedad criminal y violenta que se financia a través de una fuente coactiva que son los impuestos”.

Milei jugo fuerte, como es su estilo, y explicó que su utopía es una sociedad sin impuestos, pues al ser “impuestos” violan las libertades individuales.

Según lo refleja el artículo se eligió la educación como ejemplo argumentativo. La misma debía financiarse por aporte voluntario de quienes la consideran importante y que según la valoración que la sociedad tenga de la educación será la masa dineraria aportada. Se pregunta Milei “¿por qué habría que robarle a la gente ese dinero para financiar ese gasto? ¿Quién determina cual es la cantidad óptima de educación que debe haber en una sociedad?” y se autoresponde el diputado “Puede haber personas que decidan estudiar muchísimo y otras que decidan no estudiar en lo más mínimo. Si crees que es poco aporta más vos”

Milei se autopercibe anarco capitalista o minarquista es decir que procura la desaparición del estado y la sola existencia de una sociedad de individuos regidos por la ley de mercado, una suerte de laisssez faire, laissz passer eterno. Subyace en el pensamiento de Milei una concepción antropológica defectuosa y sesgada sobre la que se elaboran falacias económicas y postulan posibles ordenamientos sociales con resultados catastróficos que mucho nos recuerda al buen salvaje roussoniano.

Lo cierto es que el estado no es un mal, al contrario, es el fruto del proceso de sociabilidad humana tomando diversas formas según el tiempo y lugar. Lo que da sentido a su existencia es precisamente la búsqueda de bienes superiores y arduos que los individuos por si mimo no pueden alcanzar. La sociabilidad nos lleva a aportar y colaborar con el grupo social para poder también ser partícipes de los bienes que ese grupo social ofrece.

Durante la forma tribal los miembros aportaban sus esfuerzos para lo común: caza, defensa, protección ante las inclemencias, ese tributo que aportaban permitió el desarrollo más complejo de las comunidades y modelos organizativos diversos. Existen múltiples formas de fijar, de recoger o de gastar esos tributos, también la historia nos da una riquísima diversidad de ejemplos. Es por ello que el estado debe ser investido de poder y autoridad porque la sola acción individual de los miembros de una comunidad sin conducción lleva no solo al anarquismo sino a la explotación de unos por otros, los más ricos sobre los más pobres, los más fuertes sobre los más débiles, los más sabios sobre los menos sabios, los más sanos sobre los enfermos.

Milei acierta en criticar la presión fiscal que pesa sobre los argentinos, el déficit presupuestario, la mala asignación de los recursos públicos, etc. pero eso no se soluciona con la utopía individualista.

Los argentinos venimos padeciendo los golpes de timón de la barca del estado, cada ciclo del zigzagueante derrotero nos hace perder propiedad, educación, justicia, seguridad, desarrollo.

Para salir de esta trampa necesitamos mirar al hombre verdadero, situado en su familia, en su empresa, en su municipio y no al hombre de las ideologías, eso nos está matando