Ramiro llega a la consulta con sus padres, con la mirada baja, sin pronunciar palabra. Sus padres preocupados por la escasa participación, se disculpan. Su padre toma un lugar demasiado distante en toda la situación, y es la madre la que comienza a explicar los "problemas" que padece su hijo, explicando cómo ella intenta ayudarlo para que pueda salir adelante. Luego de un cuarto de hora de explicaciones por parte de la mamá, interrumpiéndola, le digo secamente, "el problema de Ramiro, es Usted". La madre, quedó sin saber qué contestar, mirándome seriamente intentaba encontrar una respuesta. Reafirmé mi postura antes que pudiese contestar: "el problema de Ramiro es Usted. Como el de muchos niños, el problema, son sus madres. No porque sean mal intencionadas, o por que quieran hacerle algún daño deliberado a sus hijos, sino, porque muchas veces creen, que reemplazando a su marido en la educación de sus hijos, todo irá mejor. Quizás sea porque les resulta más natural o instintivo el criar o educar a sus hijos, además del natural amor "posesivo" profesado por éstos. Mientras que un papá, debe aprenderlo, debe desarrollarlo. Pero para poder hacerlo necesita de dos cosas fundamentales: en primer lugar, el espacio y aprobación por parte de la mamá, y en segundo lugar, el conocer la importancia que posee un padre y los enormes aportes educativos que realiza en su hijo. Desconocido esto último, lamentablemente, por muchos padres y madres.
La relación madre-hijo no es independiente del padre, de él nace y se complementa con la función procreativa y educativa de éste. Wojtyla ponía en palabras de una madre "no soy la luz de aquellos a quienes ilumino; soy más bien la sombra en que reposan. Sombra debe ser una madre para sus hijos."Sombra ésta que viene de la luz del padre, pues para que haya madre, debe haber un padre. Tony Anatrella, refiere que “vivimos en una sociedad que ha devaluado progresivamente y rechazado la imagen del padre. Los padres tienen dificultad para luchar contra esta representación social. En efecto, si ejercen su paternidad respecto de sus hijos y son capaces de recurrir a la simbología paterna, no pueden luchar contra el modelo dominante, difundido por los medios de comunicación, del padre ausente humillado, indigno o incompetente” . Imaginemos por un momento aquellos ejemplos paternos que son representados en las series televisivas (piénsese cualquiera, animadas como Los Simpson o Padre de Familia, a no animadas como Games of Thrones) o incluso en películas. Padres (incluso "Papá por siempre" que intenta realzar la importancia paterna) que dejan mucho que desear.
Pero vayamos incluso a un análisis más fino. La paternidad no es la única desvalorizada o menospreciada, también lo es la masculinidad, y la manifestación de la entrega madura hacia un "nosotros", el aspecto esponsal, o de esposo, del varón. Las causas de estos ataques pueden encontrar su raíz tanto en aspectos culturales (o contra culturales como el feminismo radical), como educativos (no se educa a los hijos varones para el ejercicio pleno de la paternidad. No se los educa en el don), sociales (expectativas sociales sobre la figura del varón; la influencia de los medios de comunicación, etc.), y espirituales (la insidia del Ángel caído que intenta destruir a la persona que une la familia con Dios, que realiza la misión de puente, que es víctima y sacerdote de su casa). Esta triple crisis del varón afecta de manera radical la institución matrimonial, puesto que "sin padre, no hay familia" como expresara Polaino- Lorente .
Un padre es el que aportará seguridad, un nombre y una cultura, el sexo, el autoestima inicial, la relación con lo trascendente, la separación de lo imaginario con lo real, y otros fundamentales aportes, tanto biológicos, psicológicos como espirituales. Por esto un padre es tan importante y necesita su lugar. La crisis del padre es de gravedad y de no producirse un cambio en el concepto de la paternidad seguiremos lamentando sus lamentables consecuencias, que han sido bastante estudiadas en estos últimos decenios.
Fue, quizá, la primera vez que el papá de Ramiro se sintió tan valorado. Me miraba como agradeciendo mis palabras. Pero el que realmente lo agradecería sería Ramiro, que con apenas 8 años había descubierto a su padre y estaba pronto a descubrir el mundo maravilloso que aporta un padre en el corazón de un hijo.
A continuación, en sucesivas entregas, veremos sucintamente, los aportes que realiza un padre en sus hijos; para luego poder evaluar los daños provocados en aquellos niños y jóvenes en los que sus padres no están, o están, pero sin estar efectivamente, o están, pero no saben qué hacer con sus hijos, poniendo una muralla afectiva entre ellos y los suyos; y finalmente aportar algunos consejos para que un papá sea realmente aquél ser invaluable en la vida de un hijo.